Vestidos de fiesta se acercan los poetas, risueños, cantando, desarrollando versos melindres.
¿Y cuántos de ellos sienten?
¿Y el dolor fuerte de la frustración, y la eventual explosión de la angustia en el ser, en el alma, en el estomago?
La poesía es el escondite, el rincón de reflexión, de desahogo, de donde llorar sin lágrimas. Las realidades me agobian. Se desmerece lo esencial, lo ideal, lo sublime, la pedagogía, la música, el artita, el propósito comunista, el credo, el cielo y el amor, son algunos de los caídos, de los olvidados, de ese sentir especial, de máxima admiración. Los han bajado del pedestal, y lo han prostituido, ¿qué tiene el hombre contra lo bueno, lo justo, lo ideal?
Y al rico ¿quién lo ayuda? ¿Qué sabe usted de dignidad? ¿Cuántas veces se ha extendido la mano por justicia y no lastima? ¿Y la felicidad sigue siendo privilegios de algunos y no una determinada? Felicidad real, no comprada, creada, arreglada, confundida o aceptada, nada de eso, felicidad de Dios. Las lágrimas aguardan, deseosas, como la mujer, humildes, como la mujer, incomprendidas, como la mujer, ridiculizadas, como la mujer, fieles, como la mujer, reprimidas, como la mujer. ¿Cuán sucio estás tú de mí?
¿Y cuántos de ellos sienten?
¿Y el dolor fuerte de la frustración, y la eventual explosión de la angustia en el ser, en el alma, en el estomago?
La poesía es el escondite, el rincón de reflexión, de desahogo, de donde llorar sin lágrimas. Las realidades me agobian. Se desmerece lo esencial, lo ideal, lo sublime, la pedagogía, la música, el artita, el propósito comunista, el credo, el cielo y el amor, son algunos de los caídos, de los olvidados, de ese sentir especial, de máxima admiración. Los han bajado del pedestal, y lo han prostituido, ¿qué tiene el hombre contra lo bueno, lo justo, lo ideal?
Y al rico ¿quién lo ayuda? ¿Qué sabe usted de dignidad? ¿Cuántas veces se ha extendido la mano por justicia y no lastima? ¿Y la felicidad sigue siendo privilegios de algunos y no una determinada? Felicidad real, no comprada, creada, arreglada, confundida o aceptada, nada de eso, felicidad de Dios. Las lágrimas aguardan, deseosas, como la mujer, humildes, como la mujer, incomprendidas, como la mujer, ridiculizadas, como la mujer, fieles, como la mujer, reprimidas, como la mujer. ¿Cuán sucio estás tú de mí?