Una felicidad inesperada me visita

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Nombre: Una felicidad inesperada me visita
Ubicación: Chile

4/16/2011



-Manuel ¿No has pensado en quizás hacer otras cosas, no sé… probar con algo nuevo?- Pregunté temeroso de su reacción. Era la quinta vez que nos rechazaban la exposición de sus cuadros.
-Sí, puede ser… pero te aseguro que soy peor en cualquier otra cosa que no sea pintar- contestó con la mirada fija en el café – Necesito perfeccionar el trazo, la tensión dinámica… veré cómo lo soluciono-.
Se encerró y retocó los doce cuadros una y otra vez. Durante los nueve días vivió del café y la trementina, estaba ensimismado. Lo observaba desde la puerta del taller trabajar, concentrado, maravillado, como si el fracaso permanente no le importase.
Cierta mañana me entregó las fotografías de los cuadros retocados y otros que había sumado para que tratase de conseguirle exponer en la galería “Matta”. Acepté por compasión, quería tanto que hiciera de él un gran artista, hice un par de llamados, me reuní con amigos, sin embargo la negativa era constante, no había nada qué hacer, ni en la galería “Matta” ni en ningún otro lugar. Rehuía aceptar la falta de talento de Manuel, quizás la amistad perjudicaba mi agudo ojo crítico representando pintores.
-¿Cómo te fue?- preguntó al observarme.
-Lo están evaluando, hay muchas actividades estos meses- mentí. Noté su mirada decepcionada.
 – Pero alguien quiere comprar algunos- comenté mientras me quitaba el ambo sin mirarlo a la cara.
- No están en venta- sentenció. – vamos a exponerlos en la calle, conseguimos los permisos municipales y montamos en la plaza- dijo como tren a vapor, con las expectativas in crescendo.

La algarabía del momento me desconcertó. - Pero qué bonito, mijito- señalaba la anciana de azul. Los niños se sonrojaban y reían nerviosos frente al desnudo. – ¿Dónde está el artista, dónde está el pintor?- preguntaba al aire tambaleante un ebrio. Aficionados críticos, pintores callejeros, todos opinaban, Manuel estaba contento, daba explicaciones, comentaba con uno y con otro. Yo me senté satisfecho de ver el sueño de Manuel cumplido, junto a mí, el señor que vendía anticuchos me regaló uno. -Están buenos los cuadros artísticos, deberían hacer estas actividades más seguido- comentó.


Cuando sugirió que me dedicase a otra cosa sentí que todas sus ilusiones se desmoronaban. Para él era tan importante llevar los cuadros a ciertas esferas sociales. Tanto tiempo invertido en mí y no lograba ver ni un fruto, pero efectivamente no sé hacer nada más que pintar, no sé si soy bueno o no, lo que sé es que lo disfruto, me llena el alma. No me interesaba exponer en esas galerías de gente refinada, con el conocimiento y el poder. Pensarán que con su dinero pueden determinar qué pintor es bueno y malo. ¿Cómo se juzgan las emociones? Debía conseguir esa exposición por él, es su trabajo, todo su esfuerzo no puede ser en vano. Prometí mejorar los cuadros, darle el tecnicismo que ellos buscaban, mal que mal lo había hecho tantas veces en la escuela de arte, me incomodaba pero estaba tan obsesionado con hacer de mis cuadros un éxito que trate de hacer lo que pude. Me encerré días enteros a trabajar, había tenido algunas ideas y necesitaba plasmarlas con prontitud, había olvidado retocar los cuadros, pese a que los tenía en  el atril de trabajo, pero ya no era tiempo, los fotografié y le propuse que expusiéramos en el espacio Matta, ahí era posible que atendieran lo que yo buscaba.
Cuando lo vi llegar inmediatamente sentí que no había resultado, vi la decepción en su rostro y me conmovió aún más cuando quiso comprar él mis trabajos. ¡Cómo me amaba mi amigo! Si quería exponer, íbamos a hacerlo. – Vamos a exponerlos en la calle, conseguimos los permisos municipales y montamos en la plaza- dije, motivándolo a por fin concretar sus sueños, él quería para mí lo que había hecho por tantos.
Aquel día lo vi pleno, yo también estaba feliz, finalmente encontré lo que buscaba, lograr esa sensación, esa reacción y estoy seguro que en ninguna galería tendría mejor recibimiento que de la gente sencilla, que se deja llevar por lo realmente siente al ver una pieza de arte. Joaquín observaba todo con atención, se sentó en una banca a contemplar su sueño cumplido mientras comía de buena gana. Ya podíamos descansar.

Ddededo